Principios de la Masonería

Partiendo de la naturaleza de constructores que tenían sus antecesores los albañiles medievales, la masonería persigue la autoconstrucción personal del individuo a través del método masónico, que mantiene el compromiso que aquellos tenían con el trabajo que desarrollaban: «Lo que tú haces te hace».

Según afirman los masones, la suya no es una organización de carácter político ni religioso. No se consideran seguidores de una secta e incluso defienden en su seno la pluralidad de pensamiento y la libertad de expresión. De hecho, la tolerancia es su mayor divisa. Lo único que no toleran es a «fanáticos, integristas, racistas, xenófobos ni intolerantes de ninguna clase».

La propia Gran Logia Simbólica Española define la Orden como «institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresista, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la ética y la práctica de la solidaridad; y trabaja por el mejoramiento material y moral de la humanidad».

De la organización de las logias de albañiles medievales mantienen la clasificación de los hermanos en tres grados: Aprendiz, Compañero y Maestro. Siguen ritos y símbolos heredados de aquella época y curiosamente su lema ha obtenido su mayor difusión gracias a la Revolución Francesa, que lo tomó de ellos: «Libertad, Igualdad, Fraternidad».

Una Logia es la unidad básica de la masonería, formada al menos por siete miembros de los cuales tres han de ser Maestros. Se integran por países en Grandes Logias u Obediencias, que una vez al año se reúnen en una Gran Asamblea donde se deciden por estrictos métodos democráticos los temas que les son comunes.

A pesar de que tradicionalmente la Iglesia se enfrentó a ella, la masonería no manifiesta ninguna intolerancia hacia ninguna Iglesia, sus miembros o sus fieles. De hecho, uno de los ejemplos de su tolerancia puede ser el hecho de que existan no pocos sacerdotes masones. Nada en la masonería la hace incompatible con cualquier credo religioso o político, incluso con el agnosticismo y ateísmo en el caso de la masonería liberal.

Niegan asimismo que constituya un grupo de presión sobre sus miembros exigiéndoles un determinado comportamiento en su vida privada o su trabajo, ni que sigan rituales de magia negra, kábala o esoterismo. Otros mitos que se les han atribuido son su presunto interés por dominar el mundo, ser poseedores de una Verdad secreta o constituir un círculo de relaciones personales y profesionales.

Como resumen, y de nuevo en palabras de la Gran Logia Simbólica Española: «El método masónico no es un camino de salvación de carácter religioso, sino un proceso de autoesclarecimiento continuo, compatible con cualquier fe religiosa o esotérica que no anule la libertad del individuo».